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Ugíjar de Izquierdas

Un Primero de mayo marcado por el desempleo

Un Primero de mayo marcado por el desempleo

      Hay 6.069 motivos menos para celebrar en la fiesta del trabajo este año en Granada: son las 6.069 personas que desean trabajar, que están dispuestas a ello, que lo han solicitado en el Servicio Andaluz de Empleo, pero que no tienen trabajo porque nuestro sistema económico y productivo es incapaz de facilitárselo. 6.069. Puede parecer tan sólo un número; es un número igual al aforo del Palacio de Deportes de Granada. Quizá, la forma correcta de pensar en el paro en Granada es visualizar ese pabellón, repleto hasta los topes, como en los días de máxima hinchada, pero no de aficionados al baloncesto, sino de hombres y mujeres que el año pasado por estas fechas no demandaban un puesto de trabajo y ahora sí. Si la cifra vista así nos parece alta, pensemos que esto es tan sólo el incremento anual del paro; que la cifra total, sólo en la provincia de Granada, es de casi 50.000 parados (y sobre todo paradas), comparable a toda la población de Guadix y Baza juntas.

    Lo peor del dato es que no se trata del peor dato posible, ya que lo peor está aún por llegar: durante estos años de crecimiento insostenible basado en la especulación inmobiliaria, los trabajadores y trabajadoras han estado recibiendo tan sólo el 54% de la riqueza que producían con su trabajo. Así, se han generando unos beneficios empresariales récord en España. Pero estos beneficios, lejos de reinvertirse en creación de empleo y riqueza, han sido concentrados en el capital especulativo bancario y bursátil, provocando de nuevo beneficios récord tanto de un sector que tan sólo persigue el aumento
de los tipos de interés, en contra de los intereses del capital productivo y de los trabajadores. El caso es que, tras un decenio de bonanza, los granadinos miramos alrededor y no vemos nuevas industrias, ni mejoras sustanciales en lo agrícola, ni emplazamiento de nuevas tecnologías, ni, en definitiva, un desarrollo de la capacidad productiva ni del empleo en nuestra provincia. Por no ver, ni siquiera podemos señalar un gran avance en materia de equipamientos sociales que hayan mejorado la calidad de vida de la población, por no hablar de las infraestructuras provinciales. El grueso de este beneficio, de ese 46% de la riqueza creada por el trabajo asalariado, se ha convertido pues en lucro privado puro y duro. La acumulación de riqueza ha provocado que el estudio de BANIF sobre las grandes fortunas en Andalucía haya tenido que subir el referente de liquidez disponible, de 150.000 a 300.000 euros, para considerar a un andaluz como ’acaudalado’. El resultado es que existen 51.000 grandes fortunas en Andalucía, con un capital medio de 750.000 euros.

    Ahora, como decía, se avecina lo peor. Tras la evidencia de no poder seguir sosteniendo aquel crecimiento insostenible, llega otra, la que demuestra que este modelo traía crecimiento, pero por ser insostenible no traía desarrollo. Nadie quiere ya oír hablar de invertir en ladrillos, el petróleo por las nubes presiona al alza los precios y la banca, oliendo la crisis, empieza a subir los tipos; el consumo se retrae y las familias que antes se endeudaban con alegría ahora acuden a refinanciar sus deudas. Mientras, en las tiendas, se consume poco, lo básico y a primero de mes. Hasta el tráfico evidencia -lo decía el otro día el estudio sobre la movilidad en Granada capital realizado por el Ayuntamiento- que los atascos se producen en las tardes de los primeros días del mes, que son los únicos en los que los asalariados disponen de liquidez para acudir a las grandes superficies comerciales. La recesión llama a la puerta y frente a ella nos encontramos con una única receta gubernamental: la del neoliberalismo más ortodoxo de unos responsables de la economía que, ya sean del PP o del PSOE, no conciben otra intervención pública que la del hara-kiri del Estado. En la más pura línea de la escuela de Chicago, la agenda económica de Zapatero-Solbes incluye el abaratamiento del despido, la reducción de impuestos a las rentas y patrimonios más elevados, el fomento de las privatizaciones y la desregulación de la actividad económica.

     Lo peor está por venir y se dirá a los trabajadores y trabajadoras de España que es hora de apretarse el cinturón para que la economía del país no se estanque. Y esto lo dirán quienes han sido responsables de tolerar ese modelo irresponsable y esos beneficios inmorales que han facilitado la coyuntura actual, beneficios que deberían ser inmorales incluso para nuestros patriotas defensores del capitalismo, tan proclives a olvidar que la mayoría de las personas que viven en España lo hacen gracias a su trabajo como asalariados. Este camino no conduce, por tanto, sino a un empeoramiento de la situación. No hay más desarrollo que aquel que garantiza el bienestar de las personas y del medio. Si queremos de verdad desarrollo, tendremos que defender políticas gubernamentales de inversión pública fuerte, tanto productiva como de infraestructuras, para revitalizar la economía y devolver a la sociedad lo que estos años ha dejado de percibir de su esfuerzo colectivo. Por otro lado, desarrollo es también, y sobre todo, alcanzar unas condiciones laborales dignas, apostando por la formación de calidad y por contratación indefinida: sin temporalidad, precariedad o inseguridad. Todo esto sin perder de vista que el artículo 128 de la constitución española establece que «toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general», mientras el 129 mandara a los poderes públicos facilitar el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción. Una parte de la Constitución que no debe estar en las ediciones que algunos manejan.

         Los trabajadores y trabajadoras tenemos poco que celebrar pero mucho que defender y reivindicar este primero de mayo para que el año que viene en lugar de llenar otro Palacio de Deportes de parados lo vaciemos. Para que no se nos pase la factura por algo de lo que la ciudadanía de a pie no es responsable: el enriquecimiento insolidario que han practicado algunos en la primavera del ladrillo que se torna ya sofocante estío.

                                                                                       MANUEL MORALES GARCÍA (Secretario del PCA en Granada Capital)

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